Es normal que te falte el aire vairas veces al día,
que se acerque el final de la Tierra a tus pies y
cuando camines,
es normal que sientas vértigo.
También es normal que te duelan los huesos y las sienes como si te estuvieras haciendo viejo
y que tu reflejo del espejo se deshaga al mirarlo.
Probablemente no sea raro tampoco, la sensación arenosa de mi piel,
como si fuera de lejos tan consistente y de cerca tan frágil, como un castillo de arena.
Dicen que cuando te haces mayor comienza el miedo a hacerte compañía.
Sentado a mi lado comenta cada idea, no dejará pasar por alto un pensamiento.
A dentelladas sigue mis pasos. No encuentro descanso, me duelen los pies.
Me planto, yo así no sigo andando.
Es normal, contemplar la vida como si fuera un bello atardecer
y darte cuenta, luego, cuando ha oscurecido.
Y es normal, debe ser normal llevar la soga al cuello
pues no entiendo quien la escapa, cómo lo ha hecho.
Arrancarme la piel sería poco, pero lo haría.
Hola Beatriz. He estado leyendo tus últimas entradas y veo que estas en un gran momento de inspiración. ¡Enhorabuena y que no pare la racha! Un beso
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