Brillas, y todo el tiempo te empeñas en deslucirlo.
Todo el tiempo, se te pasa en una queja.
Entiende que desde mi maloliente agujero me rechinen los dientes.
Aunque te quiera.
Te empeñas en pinchar ese disco rallado una y otra vez, y me molesta, aunque te quiera. Quízás porque te quiero.
Y casi seguro, que por todo ello, carezcas del sentido de la
oportunidad y eso me exaspere.
Me exaspera. No he sido nunca comedida en las emociones.
No debería envenenarme, es otro de mis múltiples defectos,
todo siempre es susceptible de relativizarse.
Eso es lo que te pìde el tiempo, y el espacio que compartes,
que relativices.
Yo no puedo.
Eso es hambre para hoy y mañana te desollo. Por veneno.
La distancia nos oxida la manera de sentirnos, quizás si pudieras
sentir los músculos piloerectores amenazando bajo las costuras,
no habrías sido tan inconsciente
de obviar,
la gota de esa maldita estalactita,
que desde que nací me tiene cosida al suelo,
sufriendo una tortura china.
viernes, 11 de enero de 2013
I vértigo. Barely fluttering hinges.
Cuando cojo el coche y la curva, rampa,
me imagino como se va hacia atrás
y me estampa.
Yo, vértigo,
cuando te digo que siento vértigo.
Madre, tú sabes sin que yo diga
qué tipo de vértigo.
Yo, vértigo.
En el borde de un acantilado no.
Sobre llano.
Leo sola en el salón
“Bareley Hinged”
los versos me sostienen,
el sonido
me abre los labios
apenas las bisagras
resienten
las compuertas de mi corazón, aletean.
Fluttering birds…
Entiendo ahora cómo el sonido,
puede serlo todo.
Y se me quiebra.
Chirrían las bisagras.
Sigo y necesito averiguar el significado de las palabras,
tropiezo con las letras nerviosa y meto “plo”,
en vez de “plod”.
P.L.O
te descubro.
Este día me recuerda tanto a nuestros días,
que me recorre el deseo,
la piel,
se externaliza abruptamente en tu búsqueda.
Tengo dos necesidades viscerales imperiosas,
escribir y masturbarme.
Me maltrato los dedos sin piedad, pues tanta excitación se vuelve contra mí.
Exhausta tras una lucha
se me va pegando la piel de nuevo a la carne,
despellejada,
cruda,
pastosa,
loca.
Pienso en ti, en tu lengua, en tu piel, en mi lengua sobre tu piel.
Cuánta lírica hedónica me envuelve en este momento.
Yo, no vértigo.
Me desperezo en las cosquillas de tu huella.
Me dirijo a teclear y pienso,
si se me habrán desentumecido los dedos.
Mientras abro la ventana,
hago una pausa.
No te lances, fiera, respira.
Tómate un minuto para agarrar este momento que te acompaña desde el primer día que uniste en tu cabeza tres palabras.
Olvida todo, los deberes,
el vértigo.
Abre la ventana por gusto, y no por vértigo.
Joder, cuánto te gusta escribir.
domingo, 30 de diciembre de 2012
Jonas Mekas. Chapter 5. while i was moving ahead i saw small glimpses of beauty
you must come to the realization, that what you are seeing it is a sort of a masterpiece of
nothing
nothing.
you must have notice my obsession with what it is considered nothing
in cinema
in life
nothing very important.
you all look for that very important things
that very important things
and here there is nothing really important.
personal little things
personal little celebrations
nothing really important,
that is all nothing.
nothing
nothing.
you must have notice my obsession with what it is considered nothing
in cinema
in life
nothing very important.
you all look for that very important things
that very important things
and here there is nothing really important.
personal little things
personal little celebrations
nothing really important,
that is all nothing.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Cuarteto para el fin de los tiempos
Aquí, en un lugar que no ves, existe un refugio.
Una cabaña aislada de la civilización y llena de tus deseos.
Si se acaba el Mundo esperaré allí que aparezca todo lo que
quiero para el fin de los tiempos.
Siempre es un cuarteto.
Aunque traten de arrancarme de la piedra,
soy un liquen.
Y la lluvia no me hace sino más fuerte.
Quieres que te lleve pero debes encontrar el tuyo.
Este no es lugar para familia.
Parte de la magia reside en construir las paredes sin límites.
Quien quiera que intente convencerte de otra cosa, miente.
Abriré sólo una vez la puerta para que veas que existe,
pero no puedes quedarte.
Apenas hay sitio para mí,
mi propio espejo intenta echarme,
he tenido que idear puentes levadizos para que no vengan a buscarme.
Pero te aseguro, que desde este refugio,
entre burbujas celebraremos el fin del Mundo.
Una cabaña aislada de la civilización y llena de tus deseos.
Si se acaba el Mundo esperaré allí que aparezca todo lo que
quiero para el fin de los tiempos.
Siempre es un cuarteto.
Aunque traten de arrancarme de la piedra,
soy un liquen.
Y la lluvia no me hace sino más fuerte.
Quieres que te lleve pero debes encontrar el tuyo.
Este no es lugar para familia.
Parte de la magia reside en construir las paredes sin límites.
Quien quiera que intente convencerte de otra cosa, miente.
Abriré sólo una vez la puerta para que veas que existe,
pero no puedes quedarte.
Apenas hay sitio para mí,
mi propio espejo intenta echarme,
he tenido que idear puentes levadizos para que no vengan a buscarme.
Pero te aseguro, que desde este refugio,
entre burbujas celebraremos el fin del Mundo.
Preludio para el fin de los tiempos
Dicen que se acaba todo y a mi entender ya está todo acabado.
Quizás sea lo mejor...
Es curioso, como de todos lo finales del Mundo que nos han amenazado
desde que tengo uso de razón,
es el único que tengo en cuenta.
Que inconscientemente todos tenemos en cuenta.
Pienso; ¿y si no te veo más?
Ahí me doy cuenta de que ha calado más allá de lo habitual y pienso que en realidad,
todos sentimos que nos lo merecemos.
Y el Apocalipsis se desliza sin fecha,
sino que se ha hecho en nuestro día a día,
su espacio.
He cambiado el cuarteto, el piano, la música,
por un solista aullando en la boca de tu infierno.
Porque así es como nos sentimos todos.
Un aria infinitamente ascendente que nadie escucha hasta el final.
Me miras a través de la ventana del quirófano mi querido Monstruo,
con tus espinas y tu larga cola,
implorando que volemos.
Has venido al rescate, a arrastrarme lejos.
Como el bip-bip-bip del monitor alerta del paciente,
tu oyes en la distancia mi extinción.
Oh Dios...No te he avisado de que aquí no llega nuestro túnel.
Por mucho que mires, no aparecerán pasadizos secretos.
Sólo haces que me cueste contener las lágrimas.
¡Vete! ¿No te das cuenta del dolor?
¡No te vayas! Tengo tanto frío si te vas.
Si esta semana es la última de mi vida, debo ser consciente
de que,
ha sido,
un auténtico fracaso.
Mi ello estará satisfecho, se acaba el tiempo en este sarao flamenco.
Podrá dejarse abatir como desligado de su parvada.
Una nueva era, la era de la culebra, vaticinan cambios...
Eso ya lo veo, nada bueno.
Y otra vez me dices : "Sálvate tú"
Ahora con dolor.(Me estoy ahogando en la rabia)
Si me salvo, moriré de igual manera.
"¡Sálvate tú!"
Tú tampoco te salvaste. Por eso estamos donde estamos.
Por eso lamentas que te siga las huellas fosilizadas.
Es verdad que no queda Mundo que salvar. (No soy tan ingenua)
Es verdad.
Sólo un fin de los tiempos sería justo con todos.
A estas alturas es a todo lo que podemos aspirar.
Huele a azufre en el sudor de las personas y las calles piden sangre.
(Me estoy ahogando en la rabia)
El aire huele a muerto, a muerto, a muerto...Todo se tiñe de requiem.
Me sujetas la puerta, desconocido.
A pesar de que estoy a la distancia suficiente para ahorrarte la cortesía, me sujetas la puerta.
Luz. Te maldigo, un músculo se contrae y esbozo una sonrisa.
Se ha colado la esperanza.
sábado, 6 de octubre de 2012
Al-ʼIskandariya
Te alzas Alejandrino sin serlo.
No se ve el mar desde ningún muro tuyo, ni desde los más altos.
No hay oros, ni bullen en tus mercados las esencias más preciadas traídas de la India, o de la China.
Pero debidamente empaquetedas las guardamos, ordenadas.
Te alzas, no hay dique heptastadio que te una a un Faro.
Solo y tan centrado, que nunca te has molestado en centrarte.
No hay bronces, ni sedas, ni trasiego de persas, griegos, ni tanta historia agrieta las sombras de tus calles.
Pero también tienes biblioteca. Y la ignorancia del que te gobierna, la hace arder, igualmente.
Cuatro faros le sostienen la mirada a Sóstrato y marcan el camino de vuelta, agarrando nuestro pecho.
Al-medina.
Cuánto sufres, no se alcanza la paz en tus rincones, desde nunca.
Diría que tu dolor es antigüo, alejandrino.
Sueño con escalar uno de los faros y saltar de un edificio a otro.
Monstruo de asfalto, tienes una belleza sobria y quieren decorarte como una moderna ciudad europea. Absurda.
Monstruo de asfalto, te decoran y me parten el alma.
Esfinge de piedra, te han colocado un absurdo cristal de bohemia.
Hay diseño hasta en el empedrado de Huertas y en el verde fango que crece bajo el Manzanares.
Me refugio en el muro desde el que contemplo el Matadero.
Monstruo de asfalto, no te hace falta estilista. No te hace falta estilista.
Solo, frío, solo y frío. Mi monstruo de asfalto, eres bello.
Acaricio tus calles, tus edificios. Mi monstruo de asfalto, asfixias intrusos.
Al-Iskandiraya mía.
Al-Iskandiraya mía.
No te dejes, despréndete de toda esa tontería.
Engulle a quien maquilla tus putas, trágate esas nuevas importadas tiendas. Trágatelas todas.
En mi corazón siempre serás La Ciudad, la ciudad mía de todas formas. Pero, no te dejes.
Resiste y recuerda.
De Madrid, al cielo.
No se ve el mar desde ningún muro tuyo, ni desde los más altos.
No hay oros, ni bullen en tus mercados las esencias más preciadas traídas de la India, o de la China.
Pero debidamente empaquetedas las guardamos, ordenadas.
Te alzas, no hay dique heptastadio que te una a un Faro.
Solo y tan centrado, que nunca te has molestado en centrarte.
No hay bronces, ni sedas, ni trasiego de persas, griegos, ni tanta historia agrieta las sombras de tus calles.
Pero también tienes biblioteca. Y la ignorancia del que te gobierna, la hace arder, igualmente.
Cuatro faros le sostienen la mirada a Sóstrato y marcan el camino de vuelta, agarrando nuestro pecho.
Al-medina.
Cuánto sufres, no se alcanza la paz en tus rincones, desde nunca.
Diría que tu dolor es antigüo, alejandrino.
Sueño con escalar uno de los faros y saltar de un edificio a otro.
Monstruo de asfalto, tienes una belleza sobria y quieren decorarte como una moderna ciudad europea. Absurda.
Monstruo de asfalto, te decoran y me parten el alma.
Esfinge de piedra, te han colocado un absurdo cristal de bohemia.
Hay diseño hasta en el empedrado de Huertas y en el verde fango que crece bajo el Manzanares.
Me refugio en el muro desde el que contemplo el Matadero.
Monstruo de asfalto, no te hace falta estilista. No te hace falta estilista.
Solo, frío, solo y frío. Mi monstruo de asfalto, eres bello.
Acaricio tus calles, tus edificios. Mi monstruo de asfalto, asfixias intrusos.
Al-Iskandiraya mía.
Al-Iskandiraya mía.
No te dejes, despréndete de toda esa tontería.
Engulle a quien maquilla tus putas, trágate esas nuevas importadas tiendas. Trágatelas todas.
En mi corazón siempre serás La Ciudad, la ciudad mía de todas formas. Pero, no te dejes.
Resiste y recuerda.
De Madrid, al cielo.
martes, 2 de octubre de 2012
Es normal que te falte el aire vairas veces al día,
que se acerque el final de la Tierra a tus pies y
cuando camines,
es normal que sientas vértigo.
También es normal que te duelan los huesos y las sienes como si te estuvieras haciendo viejo
y que tu reflejo del espejo se deshaga al mirarlo.
Probablemente no sea raro tampoco, la sensación arenosa de mi piel,
como si fuera de lejos tan consistente y de cerca tan frágil, como un castillo de arena.
Dicen que cuando te haces mayor comienza el miedo a hacerte compañía.
Sentado a mi lado comenta cada idea, no dejará pasar por alto un pensamiento.
A dentelladas sigue mis pasos. No encuentro descanso, me duelen los pies.
Me planto, yo así no sigo andando.
Es normal, contemplar la vida como si fuera un bello atardecer
y darte cuenta, luego, cuando ha oscurecido.
Y es normal, debe ser normal llevar la soga al cuello
pues no entiendo quien la escapa, cómo lo ha hecho.
Arrancarme la piel sería poco, pero lo haría.
que se acerque el final de la Tierra a tus pies y
cuando camines,
es normal que sientas vértigo.
También es normal que te duelan los huesos y las sienes como si te estuvieras haciendo viejo
y que tu reflejo del espejo se deshaga al mirarlo.
Probablemente no sea raro tampoco, la sensación arenosa de mi piel,
como si fuera de lejos tan consistente y de cerca tan frágil, como un castillo de arena.
Dicen que cuando te haces mayor comienza el miedo a hacerte compañía.
Sentado a mi lado comenta cada idea, no dejará pasar por alto un pensamiento.
A dentelladas sigue mis pasos. No encuentro descanso, me duelen los pies.
Me planto, yo así no sigo andando.
Es normal, contemplar la vida como si fuera un bello atardecer
y darte cuenta, luego, cuando ha oscurecido.
Y es normal, debe ser normal llevar la soga al cuello
pues no entiendo quien la escapa, cómo lo ha hecho.
Arrancarme la piel sería poco, pero lo haría.
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